Hoy no Es el Día

-«Hoy no es el día»-le dijo Milo a Sadowski.

Relamiéndose las patas, como de costumbre, Sadowski estaba absorto en la geometría que formaban las baldosas en el suelo. Ni siquiera se molestó en disimular que no le prestaba atención. Así era él.

Milo, dio la vuelta y siguió caminando por los tejados. Su amigo, negro y regordete, se percató del cambio. Lo siguió con dificultad entre las tejas. Su siluetas se dibujaban en el suelo, salto a salto.

Milo se detuvo. Se quedó mirando hacia abajo. Humanos, micos bailando al ritmo del rock. Un letrero de neón decoraba la fachada de la caseta dónde borrachos, rockeros, punketos e hijos de inmigrantes se reunían a celebrar que era viernes en Múnich, ciudad de cerveza y soledad.

Un chico con unos crespos inmensos se movía emocionado, cual ataque de epilepsia. Tenía una chaqueta grande que decía en la parte trasera «Marküs». Una rockera se acercó y le preguntó cómo lograba bailar tan bien. «Marküs», se puso erguido y comenzó a dar patadas. Luego sonó la música y los dos se movían caóticamente. Al ritmo de la armonía del caos.

Milo no podía parar de reírse. Una risa que Sadowski no le veía desde hace más de un año a ese gato solitario y amargado. Gato malhumorado e impredecible. Gato melancólico, sin amor. Gato solitario, ensimismado. Gato confundido, recién escapado de las calles. Gato vulnerable, que se enrosca como una culebra y que tiembla ante el frío de la noche.

-Hoy no es el día, Sadowski. El día para el amor- se miraron, ya sin muchas esperanzas. Y como dos amigos, un tanto perdidos en la vida, tenían en sus ojos penetrantes el brillo de dos náufragos que saben que la vida es dura y que un extraño, en medio de la nada, siempre es un amigo.

Publicado por WalkingtoRest

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