¿Por qué volver?

A menudo mis amigos me preguntan cuándo voy a volver a Colombia. La pregunta es ¿por qué volvería? ¿A qué?

Cuando dejé Colombia, estaba seguro que no ocupaba el lugar que me gustaba en mi familia, que mis amigos eran casi invisibles y que en mi trabajo no era reconocido.

Con mi familia las cosas no iban bien. Mi hermano siempre me hablaba golpeado. Y eso una vez es entendible, pero todos los días, a toda hora era extenuante. En ese momento yo sentía que era de alguna forma, su cajero personal. No desconozco lo duro que es ser artista, ni los retos que vienen con el mercado laboral colombiano. Simplemente, su trato era displicente y a menudo me buscaba cuando necesitaba ayuda.

Con mis papás la cosa no iba mejor. Vivían en una relación tóxica en la que siempre nos querían involucrar a sus hijos. Eso, sumado a que yo ya no compartía ningún espacio importante con ellos. Por ejemplo, la navidad. Con una abuela homofóbica, viajar a Nariño era inviable para mí. Ellos preferían dejarme solo en el apartamento e irse a vivir su vida. No entiendo cómo no me fui antes. No teníamos ninguna conexión honesta y saludable. Ya ni siquiera comíamos juntos los fines de semana.

En mi trabajo, me dedicaba más horas de las que se esperaba y apenas ganaba suficiente. Debía hacer fila para que me pagaran tarde. Y antes tenía que dar las gracias. El último año me asignaron la tarea más aburridora de todas: Actualizar cuadros de ensayos de aptitud. Les molestaba que yo no me dejara comprar. Y Ana María, una colega bastante inmadura y tóxica, no comprendía por qué yo no la idolatraba.

Lo anterior, sumado a que mi exjefe era un corrupto y logró obtener una posición privilegiada en Coldeportes, me abrieron los ojos. Ese no era mi lugar. Estaba rodeado de personas que en cuanto era posible hacían torcidos. Personas que les gustaba alardear de un conocimiento que no tenían. Personas que les gustaba joder al otro a punta de dramas inocuos y chismes.

En el amor, el terreno tenía algunas aventuras pero nada serio en el camino. Me sentí solo en los momentos más importantes de mi vida. Y a decir verdad, los colombianos se creen la gran vaina y poco, poco de lo que creen tener.

Me fui. Alemania no es perfecta. También estoy solo, a veces demasiado. También tengo un trabajo que no me llena. También sufro discriminación por ser «kanake». Hablo un alemán que chapucea pero a pesar de todo eso, no entiendo por qué, me siento mejor acá. Sí, inclusive con ese invierno que nunca se detiene y que me priva de luz durante cinco meses del año.

Publicado por WalkingtoRest

Ich bin Iván

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