A menudo siento que soy invisible para los hombres que me gustan. Que de alguna forma no soy tan importante para ellos, como muchos de ellos lo han sido para mí. Que no les gusto tanto, como ellos me gustan a mí. A veces creo que es un problema de autoestima. Pero seriamente creo que algo anda fallando. Llevo décadas intentando tener algo lindo y siempre fallan las cosas. Siempre doy con tipos extraños en Grindr, con locos o sátiros.
Estos días descubrí un café al lado de mi casa. Lo atiende un chico mexicano que me pareció muy guapo desde el principio. Es rubio, de caderas anchas, de pecho grande y de ojos claros. Es tranquilo y se ve seguro de sí mismo. Decidí ir diariamente. Es demasiado obvio que me gusta. Pero creo que se siente incómodo, entonces intento desviar la vista o mirarlo con disimulo. Quizás sea heterosexual ¿qué sé yo?
Hoy lo vi con otra ropa y noté que trabaja mucho su cuerpo. Quizás ya salga con alguien o piense en una persona. A lo mejor, busco este pequeño destello de amor para mentirme un poco a mí mismo y no darme cuenta que a pesar de tener encuentros eróticos, estos dos años fueron de absoluta soledad.
Cuando faltaban diez minutos para cerrar se acercó y me preguntó «¿vas a… ¿va a querer algo más?». Y sí, aunque sea un detalle pequeño y tonto, no me gustó nada. Me habría gustado que me tuteara. Bobadas mías.